miércoles, diciembre 17, 2008

Arriba y abajo

miércoles, diciembre 17, 2008
El Caso A de 'Un par de casos para pensar después' llevaba también una pregunta de algo que no mencioné. Ya que el tipejo-confusionoide provocó que surgiera un cuestionamiento a raíz de todo el problema... '¿qué es el amor?' ¡Y quién diablos no se ha hecho esa pregunta alguna vez! Mi amiga me la hizo y causó que terminara vagando pensando en por qué la superioridad masculina y por qué se tiene que teorizar tanto sobre un sentimiento...

Y recordé las tantas conversaciones que he tenido, pero por sobre todo recordé a un personaje de mi vida, quien en sus tiempos de escolar con aires de estrella, era el chico más emomamón (se autodeclaraba 'too sensitive n emotional') que había conocido hasta esos días cuando el jumper era el traje topi de cada día. Su apariencia no pretendía demostrar algo distinto: alto y escuálido, de peinado al más puro estilo alternogay con chaski al lado y todo y camisitas a rayas de cuello gigante y bien ajustadas; su fragilidad asustaba. Hablar con él del amor era como tener un neoneruda, un arjona reprimido o un sanz de lo más sufrido; sin embargo el paso de los años lo fue cambiando y aunque su apariencia puede seguir transmitiendo una fragilidad alarmante -claro que ahora se asemeja más a un kudai disfrazado de rockero- sus convicciones mutaron a un nivel en el que el masoquismo de poeta desubicado en su época se esfumó y se abrió paso a un pseudoweberposmoderno, quitándole toda demagogia a su significado del amor (y emociones en general) dejando al decsubierto un nuevo sentido para él en el que el amor -como la gran mayoría entendemos- no es más que una invención de la sociedad debido a la necesidad del hombre de establecerse y tener una seguridad económica (¡occidente es el culpable de todo!)... So, adiós arjona reprimido, adiós neoneruda, adiós sanz sufrido y ¡bienvenido el progresismo kudaiísta! ¿Amor? Todo se reduce a reacciones químicas, nada más que eso.

Debo aclarar que no tengo ningún juicio al respecto, el pensamiento evolucionado de mi querido personaje no afecta en absoluto lo que yo pueda pensar sobre el 'amor'... Pero de todos modos, hay cosas ciertas, pero aquí no entraré en reparos ni críticas sobre las convenciones sociales, simplemente quiero simplificar en mí la respuesta a esa pregunta tan rejodida de 'qué mierda es el amor'...

¿Y qué es? O ¿cuándo sé que estoy enamorada? (mis agradecimientos pertinentes a mi amiga protagonista del Caso A por recordarme que a veces -sólo a veces- llega a mi cerebro a sonar como un tambor esa interrogante tan repugnante, ¡gracias!) ¿Mi respuesta? Nunca lo voy a saber. Porque .. ¡No tengo la jodida capacidad de meterme dentro del otro (él a veces sí lo puede hacer, claro está) y saber si está o no enamorado de mí (él dentro mío tampoco lo averigua en todo caso), es decir que... ¿Nos queda tener eternamente la duda? ¿Nos corresponden o no? Estas interrogantes sí que nos vuelan la cabeza, inseguridad le llaman también, pero ¿cómo lograr la seguridad 100%? Y aquí volvemos al principio: con amor.. so .. ¿qué es el amor? Great! Es un fuckin' círculo vicioso de preguntas sin respuesta en el que sólo queda cerrar los ojos y fluir... ¿Arriesgado? ¡Diablos!...

Así que, con tanto tocar el tambor en mi mente opté por irme a una plaza para seguir sacando humito de mis neuronas (tanto que las agoto y las mato a las pobres), pero me rendí... Subí a un columpio y comencé a sentir en todo mi cuerpo el vaivén y el viento que como que se acelera mientras el frío en mis piernas me recordaba que cerca de las 9pm es mejor salir abrigada... Y pensé de pronto ¿qué saco con tanto cuestionarme qué es el amor? Y ... mi respuesta fue rotunda: no lo sé, pero mejor lo olvido. Y justo ahí sentí lo que era -por lo menos para mí-: un vaivén, un aceleramiento, un subir y bajar... Para mí, es un columpio.

¿Por qué?

¿Han notado que desde que somos niños nos incentivan a columpiarnos? Si hasta existen columpios especiales con corralito y todo. Así como nos incentivan a la vida en pareja (ya sea de buena o mala forma, lo hacen), al sentir, al crecer y encontrar a alguien y se ponen felices cuando una 'inocentemente' tenía un pololo en el kinder. En el columpio también te van impulsando hasta que aprendes a darte vuelo sola.
Y vas creciendo y muchos juguetes quedan en el olvido, pero siempre que pasas por una plaza llena de juegos corres a ellos y ¡cómo no! te columpias, aunque sea lo último que hagas, pero lo haces. Y así, aunque te avergüences, miras a un niño de tu clase, aunque sea con el último que hables después de toda una época escolar.
Entonces, cuando ya has pasado mucho tiempo columpiándote, te empiezas a atrever... y te columpias de pie, sueltas las manos, saltas y todo lo que se te ocurra -o se les ocurra a los demás, porque sí, querer y estar con alguien también es porque sigues a los demás-.
Pero no todo es tan simple, no se trata de atreverse a realizar distintos 'trucoscolumpísticos'... se necesita práctica, constancia, paciencia, valentía y ayuda. No se trata de llegar y soltarse cuando el columpio va subiendo adelante y saltar, nos podemos romper más de un par de huesos. Así que cuesta y muchos no aprendemos nunca...
En el amor es como algo así, cuando estás en el clímax sientes la necesidad de arriesgarte, de ir 'más allá' o de hacer algo nuevo, pero siempre está la incertidumbre de si caerás bien o no, si la caída será dura o sabrás mantener el equilibrio, so... tenemos dos opciones: arriesgarnos y caer de pie y quedar contentos por el riesgo que corrimos o caer mal, quebrarnos y llorar por no haber pensado en una vuelta más...

Sin embargo, lo que más me hizo recordar el amor fue el cómo nos columpiamos... cómo partimos dándonos vuelo (a veces intentamos que el columpio acelere inmediatamente, otras somos más pacientes o estamos más tranquilos y vamos despacio) o cómo a veces necesitamos que alguien nos empuje (o que nos diga 'dale, juégatela... o alguien nos busca e insiste hasta que tomamos vuelo con él, gracias a él). Luego comienzas a sentir esa sensación de subir y bajar, de ir y venir, de que vas más rápido que lo demás o que el mundo se detuvo para que tú puedas disfrutar tu momento. Y si cierras los ojos, todo es como ligero... Pero, a veces te columpias demasiado y de pronto te aterras porque da la sensación que el columpio dará la vuelta completa (es como que llegaste demasiado lejos o te hicieron llegar demasiado lejos, algo pasó) entonces dejas de darte vuelo y piensas en el mejor modo de parar... So... puedes comenzar a arrastrar los pies en el suelo, pero si es de tierra te ensucias completamente y si es de concreto puedes gastar tus zapatos... del modo que sea el detenerte tiene consecuencias (del modo que busques terminar tendrá consecuencias)... A veces optas, entonces, por dejar que el columpio se detenga solo, aunque a veces demora mucho y se dilata el proceso, pero de este modo puedes tener la opción de que te den ganas de comenzar de nuevo y como un impulso comienzas a columpiarte de nuevo (es como que el problema se soluciona y decides intentarlo de nuevo antes de sufrir las consecuencias del término)... No obstante, sea cual sea el proceso, tengas los impulsos que tengas o las ganas que sean, llega un minuto en que debes bajarte del columpio... No podrás estar para siempre (el amor tampoco es para siempre).

¿Y cuándo te bajas? El malestar puede invadirte, el mareo por tanto vaivén, el polvo que pudo ensuciarte (el otro también lo puede hacer algunas veces) y prefieres que pase un tiempo para subirte de nuevo...

¿Y es que el amor no se asemeja?

1 comentarios:

Martín Venegas

Creo que todo puede ser metáfora del amor. ¿Y si en vez de columpiarte te tirabas del refalín o jugabas en un balancín? ...la rima impuesta por diminutivos que explicitan el infantilismo de los juegos, por algo el columpio no es columpín, quizá por lo mismo que nos hace elegirlo. A lo mejor estuvo bien el columpio y mi creencia es un error.

Valoro el ritmo de tus textos, supongo que suenan bien, habría que probarlos en voz alta.

 
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