sábado, diciembre 12, 2009

Que yo salte

sábado, diciembre 12, 2009 1
Como un fuego que quema las aguas
y una tormenta que trae el sol.
El arcoiris que no conoce colores
y el agua que teme flotar.
Tan abstracto como una roca,
tan absurdo como la lógica.
Así es como sube y baja, demasiado rápido;
podría girar, saltar, no bajar, puro subir.
Mas siempre es un balancín, eterno como la muerte.
Recordarlo es olvidar que existe.
Olvidarlo es recordar que se fue.
Es la sensación traicionera de uno mismo,
el candor del frío profundo.
Como la soledad que extingue la compañía.
Como el llanto que ahoga el sueño.
Quisiera existir en el brazo perdido,
en la sonrisa extinta, la margarita disuelta.
Duplicar las divisiones de mis latidos
para escuchar el callado estruendo de mi memoria.
Aquí vivo para seguir muriendo,
cuando muero y sé que vivo otra vez.
Un viajante de destinos estancados,
cuando el espíritu se embelesa con el cuerpo.
Quisiera calmar mis manos para no buscar pieles extrañas.
Tal vez, borrar el deseo de la pupila que alcanzo.
Volver a ser fuego, mar y tormenta en mi tierra imaginaria.
Continuar con el sueño borrado o con el silencio amargo.
Callar todos los espacios.
Apagar todas las oscuridades.
Para que ya no suba ni baje. No tan rápido.
El balancín se ha puesto nauseabundo.
Que suba, gire o salte.
Pero sigue aquí, tan bajo como mi mirada.
Volar alto como mariposa que no se encuentra.
Que suban los ojos, que bajen las nostalgias,
que gire la alegría y que salte .. que yo salte.

lunes, noviembre 02, 2009

lunes, noviembre 02, 2009 0
La orilla es mucho más cómoda para caminar... la arena no entorpece tu camino y las huellas se marcan por unos segundos antes de que la ola las borre, hasta las puedo fotografiar. Pero la arena en los bolsillos me la quedo. Aunque sienta mis pantalones más pesados, aunque vaya ensuciando a dónde voy, por dónde voy. Las pasos en la arena seca son más difíciles, los sientes más, cada parte de tu cuerpo lo siente, los zapatos se van volviendo más estrechos porque la arena ocupa el lugar de los pies. Todo lo que toca la arena se impregna de ella, como los bolsillos. Llegas a casa y ahí tienes, la arena cae de tus pantalones como gritándote que estuviste en ella, entorpeciéndole su serena estadía en la tierra. Te has sentado en ella para admirar las olas reventar, para tratar de comprender el vuelo de las gaviotas, para buscar formas en las nubes que se van perdiendo en el horizonte. Divisar a lo lejos un barco pesquero y no perder el sol cuando se van hundiendo para dormir. Te sentaste en ella y te impregnaste de ella, para no olvidarla, para que te perdone.
Llenarte los bolsillos de arena para escapar del cemento hostigante de la ciudad, para recordar en soledad las falsas historias que dejaron de construirse en los rincones olvidados de tu silencio, en los rincones transitados por tu imaginación.

lunes, septiembre 21, 2009

Torrente

lunes, septiembre 21, 2009 0
Pareciera que las amargas lágrimas siempre marcaran un comienzo. Es como si mi cuerpo confabulara con mis emociones y cuando algo grande se avecina, producto de mi comportamiento des-mentalizado, el ardor de la garganta se manifiesta y mi pecho se comprime, así el aire pasa más lento o casi no pasa y todo se concentra en mi cabeza que la única salida que encuentra son los ojos inyectados de sangre como si quisieran causar una erupción y las lágrimas se apelotonan y corren ardientes por mi rostro. A veces siento que surcan mi piel y la marca es imborrable, pero todo es una jugarreta de mis sensaciones...
El exterior se reduce a una mancha blanca con pintas de colores, que también pueden ser negras o también sólo rojas. Todo depende.
Mientras tanto, voy reconociendo que yo llamo a gritos estas circunstancias, mas no puedo ser tan fuerte como para asumir que seguiré siempre en pie, por otro, como ahora. Lo dudo, o más que dudarlo.. temo mantenerme en pie, porque de pronto todo se vuelve una mentira, conmigo, con el otro.
Cuesta ser sincera debiendo mentir. El círculo vicioso de palabras de aliento manoseadas y de retos moralistas, asfixia. Cierra los poros. Pareciera que mi cuerpo se infla de juicios, prejuicios, boludeces y promesas obligadas. Me niego a aceptarlo todo.
Lo sé, todo parte de la maniobra imprudente y mal efectuada. Aquella que por placer momentáneo lleva a consecuencias que deben aceptarse con la mirada al suelo. Por no existir más opciones moralmente aceptadas y por no tener cojones que disfrazan de cobardía. En teoría y en práctica social la opción de aceptar y seguir aunque sea con la mirada perdida y las rodillas quebradas, es lo correcto. Es la cojonería absoluta, la muestra de máxima valentía, aunque a cada minuto me esté meando en los calzones. Qué putada se ha vuelto esto de ser dos siendo uno y no viceversa. Qué putada el que hasta un extraño te abrace con una sonrisa perturbadora y sin saber reaccionar ante semejantes muestras de cariño por el otro. Qué putada que el discurso que escuches a diario sea dicho por voces distintas, todos saben qué debes hacer, todos se creen con el derecho de escupirte en la cara el manual de conducta que debes seguir de ahora en adelante. Todo se vuelve una putada, una maldita joda del destino, aquel en que no creo y que al parecer se está mofando de mi incredulidad. Y qué destino, por la puta mierda, si el destino lo creamos a cada segundo y soy la experta en lamentarme sobre la leche derramada (jodido dicho por cierto, porque tanta leche que me meten ya siento que respiro lactosa).
Pensar en otro, ni siquiera aprendí a pensar en mí. Olvidé todo modo de actuar cuando decidí ser yo, nada más. Yo, con mis múltiples personas vivientes y peleadoras dentro. Sin siquiera saber si el corazón se había parchado. Y, cómo si no estuviera ya bastante aturdida de sensaciones se me aparece la más fuerte, la más intensa y la que jamás deja que la ignore: el deseo de placer, de placer a cada segundo, de sentir en mí ese líquido extasiante, ese movimiento que me eleva al momento más sublime, en el que los minutos pueden recordarse como horas. Me repleta y me colapsa; cada pulgada de mi cuerpo pide descontrolado que lo calmen. Ese calmante que sólo se obtiene del trato ardiente, de ese roce que quema, de esos labios que humedecen. Que me culpen de pecadora por lujuriosa, que me digan que estoy faltandole el respeto a Dios. Que digan la jodida wevá que quieran, al menos yo me tranquilizo pensando que en algún momento podré sacar fuera este fuego que quema, podré envolver en llamas y ser envuelta. Aprietar los párpados y tal vez las lágrimas surquen la piel, pero esa marca me haría feliz al ver plasmada en ella el cumplimiento y la satisfacción del deseo. Si por sentir el fuego debo declararme pecaminosa, lo haré. Si en otros tiempos me hubiesen lanzado a la hoguera, no me hubiese negado. No me avergüenzo siquiera de que he tenido que re-descubrirme, mientras el otro quiere ocultarme.
Pensar en otro, en dos, siendo uno. Al menos mi fuego no lo quema. Aunque quizás, podría morir de asfixia si no siento un poco de frío.

Lo siento, sigo pensando en las putadas... quizás mañana sea distinto, quizás deje de sentir que hay un otro mofándose de mi valentía.

domingo, septiembre 20, 2009

Un Placer

domingo, septiembre 20, 2009 0
El hormigueo es constante, no tiene ojos, ni boca, ni cuerpo. Es.
Comienza una picazón en la planta del pie, aumenta y sube, aumenta y avanza.
Las piernas comienzan a temblar y a dormirse, dejan que el hormigueo las invada, las colonice y cumplan sus órdenes. Se aflojan, se desatan.
Los ojos se entrecierran, parpadean, tiritan. Como llorosos, como expectantes.
Los labios se van humedeciendo, palpitan, esperan.
El hormigueo va conquistando cada centímetro. La piel se eriza, se electrifica.
Es como tenso-aflojado.
La mente se disfraza de pausa, pero las imágenes rojizas van siendo más veloces, más repetitivas.
Con la yema del dedo deslizándose en el vientre es posible acelerar el latido al punto de sentir que las extremidades se paralizan, dan un salto y se aceleran otra vez.
Nada es lo suficientemente fuerte como para sostenerte.
Nada es lo suficientemente tranquilizador como para aferrarase a él.
Las uñas se van enterrando en la piel.
Los dientes quieren comer los labios.
La lengua necesita encontrar más lugares para humedecer.
Todo se vuelve insuficiente.
Todo se vuelve fuego.
Y el hormigueo ya ha tomado una intensidad insoportable, es como si el interior quisiera salir, quisiera gritar y agarrar cada parte ajena que sienta.
Un beso puede ser el orgasmo más intenso.
Una caricia, fuerte, que presiona, puede ser una erupción de sabores y sensaciones en todo el cuerpo.
La vista puede ser la misma con los ojos abiertos o cerrados. Todo se va nublando.
Los latidos parecen querer callar a los gemidos y así comienza la guerra entre el retumbar del pecho y el ahogo que recorre la garganta para poder salir desenfrenadamente por la boca.
Mientras más se extienda el tiempo, más fuerte es la guerra. Más nublada la vista.
Aferrarse de la piel ajena, el pelo, las manos, las sábanas, los muros. Todo es aceptable, nada es suficiente.
Los pies quieren salir de su centro, se arquean y luego quedan inmóviles, como alertas, queriendo imitar a las manos y poder sostenerse de lo otro.
Los poros expulsan todo el ardor en gotas, gotas que aumentan en lo intenso, gotas que se impregnan en la piel externa y que se confunden con otras gotas.
El ritmo de los movimientos se acelera, los ojos se pierden, el cuerpo adopta distintas formas. La columna quiere danzar, los pies buscan un arco más pronunciado, las piernas se tensan, las manos enloquecen, la boca busca y grita, el vientre siente que todo se condensa dentro ... Más nublado, más húmedo, más electrificante. Más, más, más, más... La guerra de latidos y ahora gritos no pareciera dar tregua; más, más, más... Todo el cuerpo revolucionado, enloquecido, extasiado... Los párpados se aprietan, el grito ahogado, entre quejido y satisfacción, el corazón se detiene, las extremidades se detienen, los pies se aflojan, las piernas tiritan... La mente ha quitado su disfraz para ver. Ya no está nublado, ahora la sensación de placer es calmada, pero intensa. Y el interior pide, una vez más.

martes, septiembre 08, 2009

Mi viaje sin mí

martes, septiembre 08, 2009 1
Cómo emprender ese viaje que hace tanto ya comenzó.
Estoy a medio camino o a medio subir.
Busco la salida de Escape olvidando que ya la clausuré.
Corro detrás del camino.
Desde aquí no se vislumbra un final.
A veces siento que pedaleo en reversa.
O tal vez, aún ni siquiera he comenzado a pedalear.
Cómo emprender ese viaje que al parecer olvidó que su única pasajera no sabe sobrevivir.
Soy yo, la pasajera abandonada.
Soy yo, la que carga con el viaje que hace tanto ya comenzó.
No es fácil mirar hacie dentro y luego a un final.
El camino no se desvanece, crece.
Sigo buscando, pensando, sintiendo.
Intento vivir sin arrepentirme de hacerlo.
Mientras más me esfuerzo más muero.
Peor por dentro late, viajando, aunque sin mí.
Estoy acorralada, no puedo abandonar lo que no me lleva consigo.
Tal vez aún siento la esperanza, gasta y empolvada.
No quiero que la esperanza se opaque.
Quisiera creer que el viaje me tomará.
Espero ver los ojos de lo que guardo.
Espero oír la risa de lo que lloro.
Espero oír la voz de lo que callo.
Espero sentir lo que olvido.
El camino no espera a la pasajera abandonada.
Soy yo, quien debe correr por el camino.
Mas la fuerza se esconde tras mis miedos
y la vida se pierde en mis delirios.
Hoy guardo una soledad no tan desolada.
Hoy guardo la compañía de lo que podría.
Hoy tengo una esperanza tan desgastada,
que escucho en murmuros el canto de nuevos días.
El camino debe ser mi camino.
Que no me abandonde.
Aquí dentro tengo el recuerdo de lo no-indebido.
Quizás deba olvidar el escape clausurado.
Tenderme en el suelo frío, mojado, que no es mío.
Miro al cielo encerrado con los párpados caídos.
Busco en el respiro tu figura ahogada,
e intento darle la vida que me he quitado.
Desempolvo la esperanza y la hundo en mis entrañas.
Así, quizás, no recuerdes todo lo que he sentido.
Y al respirar el aire negro te alegres.
Y yo, la pasajera abandonada, sienta que al fin encontré un sentido.
Subiré a medio camino.
Correré para alcanzarlo.
Guardaré en el tiempo tus expresiones calladas.
Y sacaré a la luz mis cuentos ahogados.
Mas todo lo sabré mañana, mientras vayas moldeando mi cuerpo estremecido
por los violentos vientos que no paran.

domingo, septiembre 06, 2009

domingo, julio 19, 2009

Martina, otra vez

domingo, julio 19, 2009 0
Cuántas veces son necesarias, cuánto tendrá que repetirse Martina, que su vida ha cambiado y el cambio es para siempre. No es porque lo quiera ni porque lo haya buscado, sinceramente ella no lo quería y la decisión que tomó la aflige a diario. Busca definir qué siente y se repite que nada será igual. Y el empezar de esta tormenta es un tanto nebulosa...



El día era frío. Martina dudaba si salir, había estado durmiendo todo el día y el ducharse no la anim,aba mucho.. Algo sentía... pero decidió salir. Ya era tarde, las calles se oscurecías rápidamente y el frío aumentaba. Todo indicaba que los planes fallarían, pero Martina insistió en hacerlos posibles.



Estuvo un par de horas con quien siempre la escuchaba y cuidaba aunque ella no quisiera notarle, el amigo incondicional... peculiar... y que de cierto modo era una de las causas por las que ella decidió ese día salir de su casa para quedar a la suerte de la noche que entre su frío y sus silencios escondería una gran consecuencia.



Entre un humo espeso las pupilas se dilataban, una pipa que avanzaba de dderecha a izquierda y cada uno, dos, tres, el turno cambiaba. Dos recargas y el rojo en los ojos parecía haber sido inyectado; uno, dos, tres, conversaciones incoherentes que para ellos tenían el sentido más lógico; uno, dos, tres, Martina contesta el teléfono.. evita aguantar el humo y no comprende la voz que le explica a dónde tiene que llegar. En la cocina la comida que necesitaba y en 15-20 minutos está lista para sumergirse en el frío insoportable de la noche solitaria de Santiago.



Mientras camina, recuerda tiempos pasados, días en los que sólo el llanto la atormentaba en esa calle ancha e interminable. La noche asustaba por su silencio, los recuerdos se apelotonaban y no sabía si llevaba mucho tiempo caminando... por un momento pensó que estaba perdida y luego se afirmó 'nunca más'. Se refería al otro y a los días pasados, a la cura de su mal se dirigía, pensaba.


Los minutos pasaban a tropezones, el frío no cesaba y todo estaba difuso; las pupilas seguían dilatadas y el cuerpo parecía estremecerse con cada sonido. En un momento pensó dejarlo. No quiso. Continuó. La parada fue errónea, pero al fin el té la tranquilizó. Difería de todas las noches en que bajo una nube conversaban; todo estaba perfectamente nítido,´su cuerpo se había normalizado y podría haber sido una noche más de pesadillas continuas, se negó. Entre risas cómplices se dio paso al aceleramiento, a los roces, la respiración profunda y rápida, cada vez más rápida, los ojos llorosos, las piernas que a veces caían, la locura de sentirse en otro mundo por un rato; no importaban los nombres, ni las condiciones; no importaba el dónde ni el porqué, ambos sabían que siempre era así, así les gustaba y después continuarían desapercibidos hasta un nuevo encuentro nocturno. Fue lindo, al menos para Martina, sintió que el mundo volvió a girar en el sentido correcto y que ya podía mirar el rostro de las personas. Volvió a activar su día a día e incluso sintió que la cura había funcionado. No fue así, no al menos en lo que el tiempo le demostraría.

Recuerdo que alguna vez escribí sobre Martina. Recuerdo que muchas veces hice saber cómo era su pensamiento con respecto a la vida, el amor, los hombres, el sexo. Recuerdo que estaba tranquila con ella y que sentía que estaba en un buen camino. Bueno sin la connotación social que pudiese tener, sino bueno para ella. Y estaba feliz.

Las semanas pasaron casi sin advertirlo. Y nada cambiaba. El malestar proseguía y el miedo aumentaba. El día llegó, positivo.

¿Qué haría Martina? ¿Qué diría? El dolor sólo aumentó el miedo y las opciones se mataban unas con otras.

Ya es tarde, por ahora. En cierto sentido es temprano. Pero la bomba aún no estalla y Martina esperará, como una espectadora pasiva para ver que sucede, cuando aquel compañero nocturno y nebuloso sea parte de un camino sin retorno y cuando ella comience la vida que no entiende aún.


martes, junio 02, 2009

Confieso y Manifiesto

martes, junio 02, 2009 0
Confieso y manifiesto que tengo una piedra en el zapato (o, más bien, en la zapatilla). Confieso que la quiero, manifiesto que ya no quiero quererla. Es la contradicción repugnante. El insomnio ha vuelto gracias a ello. Caminar con ella era divertido, ahora me atormenta. Estoy cansada de cojear y cansada de que la piedra ni lo sienta. Confieso que la extrañaré, manifiesto que no quiero hacerlo.

Ayer grité desnuda que me hacía mal, tengo los pies más chuecos y hasta las piernas se han arqueado. El frío calaba mis huesos y sentí el escalofrío de pies a cabeza. No era el escalofrío que me gustaba sentir, venía acompañado de un par de náuseas y del vómito avasallador. Confieso que ya me da asco, manifiesto que no sé cómo detenerlo.

Anteayer te quise. Anteayer te quise, repito. Reitero que te quise. Confieso que te quise. Manifiesto que te quise. No lees, no escuchas. Tal vez no soy buena demostrando. Tal vez yo soy la piedra en un odiado zapato, que ya tiraste, para no cojear. Yo tengo mis manías, no me cambio un par de zapatillas por meses, quizás debería usar zapatos.

Ayer y anteayer lloré. Lloré por mi torpeza. Lloré por mis ilusiones. Lloré por la brutalidad irrespetuosa que tengo al pensar en ti. Pensar en ti no sé cómo. Tal vez como enemigo, quizás como farsante. Tengo claro que no logro verte como algo positivo. Confieso que mi pecho está apretujado por mis errores. Manifiesto que mi error es no echarte de aquí.

Hoy te miré, imperturbable. Hoy busqué el frío estremecedor de tus brazos. Son como glaciares que caen a pedazos en mí. Emití un grito ahogado y vi como tu imagen se alejaba, se desvanecía, se esfumaba. Soñaba, como siempre. Quise detenerte, pero te reías como pidiéndome que dejara la estupidez, que hace bastante ya no querías ser parte de ella. Fin del teatro, me imploraste, hace tanto tanto ya que no estás aquí. Confieso que no quería verlo. Manifiesto que aún no quiero.

Ya no sé cuántas contradicciones luchan en mi interior, quizás están batallando con mis órganos y golpean de vez en cuando mi columna vertebral y por eso he pasado más tiempo acostada que en pie. Me canso, quizás mis contradicciones me cansan. Y veo todo tan claro, pero respiro para nublarlo. ¿Cuándo podré borrarte? Se retuercen mis entrañas cuando asumo que es imposible. ¿Será un tormento eterno? El dar sin recibir, el dar por nada, el dar y esperar silencio, el dar y ser abofeteada con la indifirencia, el dar y suplicar por recibir. ¿Es saludable? Me hace vomitar.

Hoy grito, lloro y callo por mi estupidez, por mi obstinación, por mi persistencia. Busco entre palabras vagas un consuelo o un atisbo de cariño. Pero no puedo fingir que no veo la realidad, la realidad que evito constantemente creando mis mundos de colores. Hoy lloro porque la rabia me sale por los ojos, grito porque el dolor tiene sonido y callo, porque sólo el silencio entiende que te quiero, pero no quiero quererte más.

Confieso que te he mentido, manifiesto que tú también.
Confieso que la palabra es inútil. Manifiesto que más inútil que la palabra, un montón de ellas.

miércoles, mayo 20, 2009

(...)

miércoles, mayo 20, 2009 0
No se predice, no se percibe, no se anticipa, no se prevé. Es así, simplemente, un cauce que fluye, que se deja fluir, que no se entorpece.
Una música a lo lejos, que el paso del tiempo la agudiza. Entra en tus oídos, recorre tu cuerpo y adormece cada rincón. Su ritmo, su melodía, su significado. El propio.
Un silencio que no perturba y unas palabras que no sobran, la luz tenue, apenas los rostros se vislumbran, pero los ojos brillan, se ven… y hablan.
La piel no se roza, la distancia se mantiene. La música sigue subiendo y los ojos siguen hablando, las palabras que existen y las que se callan, las que se escuchan y las que se saben oír. Un todo. Un no-pensar. Un dejar fluir. Y el ambiente es tranquilo y cálido, el aire se transporta de un uno al otro sin emborracharlos, sólo los adormece, los recubre, acaricia y deja. Y la música sigue.
El humo provoca la sensación de complicidad, los vasos permiten las confidencias; las risas provocan el entendimiento… Los ojos hablan otro idioma.

A modo de apunte, no sé

No sabría enumerar los errores, mucho menos los aciertos.
No sabría calificarlos ni identificar su comienzo.
Quizás todo lo malo partió desde lo bueno que hubo o viceversa.
No sé si el roce o el suspiro doblegaron mis rodillas.
No sé si la caricia o el repudio durmieron conmigo.
No busco saberlo tampoco...
Y ahora, que busco entre recuerdos ya borrosos me doy cuenta que nunca esperé encontrar nada. Ahora menos que nunca, o más .. quién sabe.
Y es todo tan absurdo como buscar la objetividad en lo que digo.
No busco decir nada concreto tampoco, ni que las palabras sean entendidas.
No sé, simplemente dejo que mis dedos a veces tomen vida propia (o quizás siempre), como cuando buscan exasperados el cálido silencio de un amante escondido.
A veces todo mi cuerpo tiene vida propia y me encanta, pero otras... otras mi mente me juega en contra y con aires de algo superior controla hasta mis sentidos, qué fastidio.
Pero no puedo controlar mi mente, sería más absurdo que lo objetivo. O quizás...

Qué importa... si ni sé qué mierda escribo =).


*Algo sé, me gusta cuando fluye...

martes, mayo 19, 2009

Para sentir

martes, mayo 19, 2009 0

domingo, mayo 17, 2009

vivo más mientras duermo, sueño.

domingo, mayo 17, 2009 0
'Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.'
Fragmento de 'Chau número tres', Mario Benedett
i.

Una amiga, que muchas veces he citado en verdad, me dijo hace un momento 'volví a llorar por él, ¿qué significa?' Y sólo eso bastó para que mi pecho se apretara. No sé, no soy la más indicada para estas cosas... Benedetti también aprieta mi pecho (lo único triste de hoy fue la noticia de su muerte), no sé si es por una nostalgia que me gusta o es por una nostalgia que me esfuerzo porque me guste, por saber vivir con ella.

Reconozco que vivo más mientras duermo, sueño. Es más fácil. Más cómodo. Mi subconciente se encarga de construir mi mundo ideal, claro que a veces mis miedos o mi locura atacan y el resultado no es muy lindo, pero de vez en cuando es cómico. Hasta el ataque de los muñecos asesinos soñé alguna vez.

Sin embargo, tengo sueños continuos, una historia que se arma noche a noche, aunque sea el sueño más breve, se hace presente de todos modos y soy feliz. Quizás por eso me acostumbré a soñar en todo momento, los viajes en micro son el escenario ideal para que mi imaginación reconstruya sueños y vaya armándoles sucesos de continuación.

Reconocer que sueño cada vez más es más fácil que reconocer por qué lo hago. No lo haré. Nuevamente me ataca la pregunta de mi amiga y nuevamente evito la respuesta.

Creo que me cuesta seguir, quizás es el miedo que se apodera de mí, que me cubre los ojos por la espalda y sella mi boca con un girasol. Todo se vuelve más lindo si callo. Callo siempre, para embellecer al resto, para que no se oscurezca, para que no espante la palabra.

Las rodillas me tiemblan y el cuerpo se desvanece, el sin-control de una reacción que escapa de mí, que me ataca sin siquiera consultarme, no se preocupa, sólo se apodera. Y yo, deplorable versión actual de lo que fui, dejo que mis sentidos atormenten, que las voces formen ecos que tapan mis oídos para que el silencio no llegue, sino que sólo exista el mío, el que lo tapa un girasol mientras el miedo me cubre los ojos por la espalda.

Y ahora camino internamente en busca de la puerta que me deje salir, estoy cansada del humo asfixiante de aquí dentro, un poco de aire, aunque sea con los ojos vendados, para que todo siga bello, mientras yo sueño cuando callo... y así vivo un poco más.

jueves, mayo 07, 2009

El cuento no tan cuento de la venganza inminente

jueves, mayo 07, 2009 0
"Y ya no cuento días ni historias ni alas ni vuelos eternos ni soles ni lunas... las canciones que tenían significado las eliminé y boté aquellos discos. Y tal como el símbolo multicolor que en la única noche feliz, se rompió... yo comprendí, que la carta arrebatada fue la primera señal de lo que tenía que dejar de vivir...." - Marzo 2008

Tanto tiempo ha pasado ya. Y mucho más del que el calendario me indica. Mucho, mucho más. Los días sucesores al escrito de la Hormiga se tornaron confusos. Días en que todo aquello perdía sentido porque habíasn atisbos de una recuperación y otros que teñían de negro todo a su paso porque aquello que parecía profecía era un hecho. 'Lo que tenía que dejar de vivir'.

Y tú, ni te imaginas cuánto ha dolido.Te dedicas a caminar por el mundo, desafiante, como gritando que eres indestructible, que eres tan querida que una pérdida no te afecta y que cuando te dañan eres capaz de buscar hasta los medios más crueles para vengarte. ¿Recuerdas una noche de un par de años atrás? Te la contaré.

Yo tenía una persona especial con la que construiríamos un metro en el aire. Tú eras parte pero no del todo. Yo edificaba sueños seniles. Tú te unías a nuestros planes. Yo quería a la persona. Tú, se supone, también.
Un día mi compañero de sueños seniles hizo algo mal que yo, con mi modo de ser tan jodidamente explosivo, lo reproché. Me alejé. Era nuestro problema, sobreexagerado por mí. Tú, como por solidaridad --que no era pedida--, también lo reprochaste, te alejaste.
Yo no quería más metros en el aire, pero eso no lo entendías tú, sino la persona perdida quizás otra más.
Tú insististe y encontraste fundamentos, forzados tal vez, para defender tu decisión. Pero no terminaba ahí.
Llego la noche de bohemia. Llegó y estábamos felices y queríamos disfrutar hasta el último segundo, pero no nos resultó.
Tú, emborrachada de sentimientos y de ron también tomaste la deplorable decisión de vengarte de mi compañero aéreo . ¿De qué modo? Del sucio quizás. O de aquel modo que deja más que una recompensa: el sexo.
No sé si mi compañero senil lo supo. Sólo sé que saliste tambaleándote y con aires de triunfos como si hubieses ganado la Copa del Mundo.
Nosotras éramos espectadoras confundidas, creo que todo era borroso y el tráfico en contra nos hizo olvidar. Pero, ahora lo pienso mejor. Tú dañas deliberadamente, no sé por qué. Supongo, entonces, que cada paso que das lo analizas, porque idiota no eres e inocente y víctima tampoco.

Tú no sabes cómo terminará todo, menos yo.

Sólo sé que de hormiga poco o nada queda, en mí. Al parecer me cansé de construir alas que luego no sirvan o que me las arrebaten y luego devuelvan rotas como exigiéndome reconstrucción. Considero que es abusivo.
Trabajé tanto por ti, que me olvidé de mí y olvidé el peligro que corría al dejarte. Te dejé, porque ya no te servía. Ya el mundo estaba recorrido y no querías más vuelos. Pero sé que algún daño te hice y sé que te vengarás. Sé también cómo ha empezado tu venganza y créeme, lo estás logrando. Porque sabes lo mucho que puedo odiar y sabes cuánto queman mis lágrimas. Sabes que dejo de comer y sólo me dedico a dormir. Sabes que pierdo el rumbo. Sabes quiénes me importan y dónde me puede doler más. Y sabes también que maldigo el día en que me quité la armadura para cedértela. Lo sabes porque me lo estás refregando en el rostro y yo te di las agallas para que lo hicieras.

Sé que eres capaz de seguir lamiendo culos para joderme, lo hiciste una dos tres veces, cuatro cinco tal vez. Pero ésta... es demasiado. Quizás intuyes lo que he hecho o quizás sabes que simplemente por lo que es me afecta. Cómo sea sabes que es tu movimiento perfecto y ya no es un jaque... simplemente, jaque mate! perdí todas las fichas, así como todos los pedacitos de mi reseco corazón que fui entregándote cada vez que pedías que volviera. Los acumulaste todos. Los tienes en tu mano y los aprietas sin piedad. Vamos, sigue, que aún soy fuerte.. que aún tengo la reserva de lágrimas de emergencia y después de todo, aún me queda una armadura empolvada que puedo usar.

Vamos, véngate, que sé que así te sientes bien. así sigues adelante. Yo, seguiré asumiendo el error que cometí y maldiciendo el día que te miré.

La profecía que escribí hace tanto ya, retumba mis oídos como una orden que no debo desobedecer. Maldigo el día en que me vestí de rebeldía y dejé de escuchar lo que hasta yo misma decía.

miércoles, abril 15, 2009

El nacimiento

miércoles, abril 15, 2009 0
No sé si interesa el comienzo, el comienzo biológico, ¿a quién le importa qué apellido tenía el espermatozoide que llegó al óvulo de la mujer que luego por 7 meses llevó a MG en su vientre? Al menos puedo decir que G no era y, probablemente, el espermatozoide X tampoco quería que fuese M y, además, anhelaba crear más espermatozoides. So sorry, porque sólo se obtuvo un óvulo por mes mientras sea fértil nuestra querida MG.
Así que obviemos el comienzo comienzo y saltémonos al comienzo más necesario, aquel en que la vida de MG se delinea. Desde ahora en adelante comenzará a crear su personalidad: adiós gateadora profesional, bienvenida niña ingenua que juega en el barro y pregunta por qué, que luego va al colegio y comienza a tener una vida reducida, pero social.
Y seré aún más egoísta, porque no quiero contar los detalles dulces de esta historia, quiero contar lo que ella creía dulce, lo que ella creía inocente o normal. Así conoceremos a un cierto personaje que crece junto a ella: E.M.
E.M. es un poco mayor que M.G. pero van a la misma escuela, duermen en la misma pieza y comen a los mismos horarios, a veces se multiplica y otras no.
E.M será determinante en la vida de M.G. Conocerá cosas que luego negará o que luego la perturbarán: el amor y el sexo.
Digamos que sexo en estricto rigor no existe, quizás ella es muy pequeña o quizás él no lo sabe bien. Ella cree que eso no es ningún problema y él juega a que él lo cree también. Sin embargo, siempre es a escondidas, pero ella piensa que eso es parte del juego, un juego que no entiende bien o que las reglas son distintas. Hay un mundo paralelo.
M.G. se acostumbra a esos juegos de ven-que-te-quiero, ven-que-necesito-un-beso, ven-ahora-que-no-hay-nadie. Yo te quiero, le dicen y ella con un poco de temor se calla. Algo siente que no está bien.
Los años pasan como adormecidos en camas y rincones ajenos. Y ella ya no siente lo mismo, algo le impide acercarse a E.M., pero no logra alejarlo. Él es aún más maduro, quizás existan otras tantas en su vida y M.G --por su parte-- ha descurbierto el amor extraño, el amor en ojos distantes, en manos que no tocaría, en abrazos que serían suaves y en juegos que no tendrían que ocultarse. Pero no está libre.
E.M. como que se obsesiona, quiere todo y no quiere compartir nada y en ella comienza una angustia en su pecho, un dolor en su vientre, unas náuseas cuando se acerca. Lo ha visto con otra. Lo ha visto tocando y buscando en otro cuerpo aquello que ha practicado por mil días. Quiere vomitar. Lo ha descubierto. Todo estaba errado, nada de eso debería haber pasado. Su inocencia se perdió mucho antes que lo supiera. Ya conoce la excitación del uno y del otro. Ya conoce las manos que inspeccionan los rincones de la piel. Ya sabe de la humedad de la boca y del cuerpo. Ha visto ojos que desean aún más. Ha sentido lo que no correspondía, se ha ensuciado.
M.G. ya es una muchachita. Ha perdido sus años de muñecas y disfraces en horas de encierro con sudores contaminados.
M.G. no volverá a mirar ojos extraños porque ha empezado a ver a E.M. en todos ellos, ve unos ojos cafés y piensa en la mirada que entre las persianas la espiaba. Mira las manos de otro y se transforman en manos agrietadas y venosas. Ya no quiere mirar. Tiene miedo de la humedad. Apesta.
Ahora lo logró, de cierto modo EM se aburrió de ella --¡al fin!-- así que comoenzó a satisfacer su apetito insaciable con otras tantas, muchas, incontables. MG comenzó a redescubrir. Se autoconvenció, sería ingenua y se pondría una máscara de inocencia. Escondería en sus ojos el fuego pestilente que había dentro y se tragaría el vómito que cada cinco minutos deseaba expulsar. Lo consiguió, no del todo, pero lo consiguió.
El vómito se disfrazó de bulimia.
La máscara se disfrazó de depresión.
La ingenuidad la vistió desaliñada.
Y el fuego se convirtió en autorepresión.
Conocía y desconocía, avanzaba y retrocedía.
Un día, en una fiesta, un tipo (que es tan fugaz que no merece nombre) la besó y la tocó. Pasó cinco días seguidos sin comer y el vómito no disminuía.
Y pasaban los meses y ya era una quinceañera. E.M. era como que no existía y ella era como que no existía para nadie.

Pero, de pronto, algo cambió, alguien la descubrió y aquí acaba el nacimiento de M.G. Ya está consciente de su vida, pero le falta un tanto más que recorrer, mientras tanto seguirá lidiando consigo misma para llegar a lo que luego les contaré...

Opción

Quisiera crear un personaje, formarlo, concretarlo. Existe, siempre ha existido, siempre ha ido junto a mí, tras de mí, delante de mí. Pero me cuesta nombrarlo. Muchas veces lo llamé M.G. pero después de que no té que había cierto alcance con 'Movimiento Gremial' opté por desecharlo, además no sé si quiero que sea M y tampoco sé si quiero que sea G.
La M es compleja, es como el nombre que me gusta, pero que está sobreutilizado, por eso sólo pondría M.
Y la G, la G es otro problema. Si ponía el apellido de plano iba a tergiversarse o iba a provocar alguna mala reacción en quien conociera a MG, así que decidí dejar solo la letra. Claro que es una letra con contenido, o sea, con apellido, pero no sé si aún me gusta, al parecer las razones por las que elegí G eran muy distintas de M y eso mismo hace que dude en quererlo.
También pense en 1 o en A y así simplemente los personajes que fueran acompañando a 1 ó A sólo serían un listado secuencial de letras o números, pero después pensé que me enredaría y que cada cierto tiempo debería repasar quién es 1 ó 2 ó 16 o quién era D, C o F. Desechado.
Así que volví a mi problemática MG y aún sigo allí. Quizás mientras tanto deba ser MG, pero me sigue perturbando. Podría ser AG, pero la A no me gusta mucho.
Es demasiado engorroso elegir el nombre, al menos sé que podría escoger dos letras al azar, pero me gustaría dar el nombre en algún minuto y tal vez no encuentre alguno que coincida con las letras que utilicé. Quizás MG está bien, después de todo, fue el primero.

Así que, mi queridísima M.G., bienvenida a mi pequeño mundo en el que descifraré tu pequeño gran mundo también, no te sientas expuesta, sólo eres MG.

Oposición

El invierno me encanta, el frío me encanta, pero mi cuerpo se opone.
Mi cuerpo suele oponerse a muchas cosas.
Quisiera drogarme días enteros pero mi cuerpo se opone, al punto en que me aterroriza y debo optar por estar con los pies en la tierra, jodida tierra.
Algunas veces mi cuerpo se ha opuesto a cosas que realmente deseo, como el sexo. En las ocasiones más privilegiadas ¡paf! la 'amiga vestida de rojo' de cada mes me jode todo (existen tantos eufemismos para la menstruación, debe ser por lo feo de la palabra porque el sustituto tampoco es muy lindo:'regla, del terror). Ahí sí que odio a mi cuerpo y admiro a las que sin pudor alguno ... go! cero problemas en seguir, pero yo no lo logro, creo que soy enemiga de las manchas de sangre en las sábanas, además te limita a acciones tan esenciales como el sexo oral, ¡pésimo!
Como sea mi cuerpo se opone, porque cuando quiero estar sola le da por sentirse abandonado y quiere masajes, cariños y besos varios; mientras mi razón sólo piensa en un sexo casual y un chao no quiero verte más, paf! bienvenido cuerpo sensible que busca el abrazo post-coito (en verdad no hay como los abrazos).
Así que en fin, por más que me guste el frío --y muchas veces busque ser fría-- mi cuerpo se opone. Y sus métodos para protestar son terribles: rodillas que no pueden flectarse del dolor, pies que jamás se calientan, manos que se entorpecen y la cabeza que explota.

Debería hablar seriamente con mi cuerpo, el problema es que no escucha.

domingo, marzo 29, 2009

domingo, marzo 29, 2009 0
¿Sientes la rabia?
¿Sientes ese ardor en el pecho?
¿Quieres escupir fuego?
¿Quieres quemar(te)?

No entiendes. Callas. Sonríes.
El cinismo, el cinismo.

¿Sientes la impotencia?
¿Sientes el no-entendimiento?
¿Quieres fugarte sin rastros?
¿Quieres quedarte sin estar?

No sabes, nada.
Sólo fue ese impulso destructivo.
Sólo fue el sentimiento adictivo.
Y todo gira y nada queda.
Y miras los ojos callados.
Y miras la expresión absurda.
Y ves lo que creíste y ves lo que es. No cuadra.


Te alejas, sales del cuadro.
Vuelves y desconoces.
Nada es familiar, nada te acomoda.
Mejor te vas sin salir.
Mejor olvidas lo des-cuadrado.

El cinismo, el cinismo.
Y la rabia y el ardor. El escupir y el quemar.

viernes, febrero 20, 2009

Momento

viernes, febrero 20, 2009 0
Cierra los ojos.
Cierra los ojos.

No respires, por un momento, no respires.

Siente el viento.
Siente la humedad del aire.
Siente el romper de las olas.
Siéntete, siéntete.

Estás ahí, sin nada más.
No importa el porqué ni el cuándo ni el dónde.
Importa el sentir.
Puedes hacer que todos desaparezcan si cierras los ojos y sientes.

El aire va y viene como invitándote a bailar, lo haces.
Bailas con los ojos cerrados, con los brazos abiertos y un respirar lento, muy lento.
Las olas rompen más fuerte, el aire se rebela. Te golpea.
La humedad... la humedad. Tus manos frías.

El silencio entorpece, el silencio evoca recuerdos que no quieres recordar.
Los ojos apretados, como intentando huir.
El baile para.
Las olas se calman.
El sol se desvanece sin que lo veas.
Todo para, todo.

Recuerdos y no-recuerdos.
La pelea interminable del no-sentir.
Fue un baile breve, tan breve como todo. Como el sentir.

Abre los ojos.
Abre los ojos.
No te esfuerces, no es tu culpa.
El sol se desvaneció.
Ya no hay nada que mirar, sólo esperar.
Cuando la luna suba y te devuelva el respiro.
Cuando las estrellas iluminen las olas calmadas.
Y el silencio se detenga por las voces que invaden.
Aquel lugar, tu lugar por un momento, por un baile.
Caminas lento...
Avanzas.
Esperas.
Sientes la arena húmeda, el viento te acaricia y sin quererlo
tus ojos se vuelven a cerrar.

No sabes si respirar.
No sabes si bailar.
 
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