miércoles, abril 15, 2009

El nacimiento

miércoles, abril 15, 2009 0
No sé si interesa el comienzo, el comienzo biológico, ¿a quién le importa qué apellido tenía el espermatozoide que llegó al óvulo de la mujer que luego por 7 meses llevó a MG en su vientre? Al menos puedo decir que G no era y, probablemente, el espermatozoide X tampoco quería que fuese M y, además, anhelaba crear más espermatozoides. So sorry, porque sólo se obtuvo un óvulo por mes mientras sea fértil nuestra querida MG.
Así que obviemos el comienzo comienzo y saltémonos al comienzo más necesario, aquel en que la vida de MG se delinea. Desde ahora en adelante comenzará a crear su personalidad: adiós gateadora profesional, bienvenida niña ingenua que juega en el barro y pregunta por qué, que luego va al colegio y comienza a tener una vida reducida, pero social.
Y seré aún más egoísta, porque no quiero contar los detalles dulces de esta historia, quiero contar lo que ella creía dulce, lo que ella creía inocente o normal. Así conoceremos a un cierto personaje que crece junto a ella: E.M.
E.M. es un poco mayor que M.G. pero van a la misma escuela, duermen en la misma pieza y comen a los mismos horarios, a veces se multiplica y otras no.
E.M será determinante en la vida de M.G. Conocerá cosas que luego negará o que luego la perturbarán: el amor y el sexo.
Digamos que sexo en estricto rigor no existe, quizás ella es muy pequeña o quizás él no lo sabe bien. Ella cree que eso no es ningún problema y él juega a que él lo cree también. Sin embargo, siempre es a escondidas, pero ella piensa que eso es parte del juego, un juego que no entiende bien o que las reglas son distintas. Hay un mundo paralelo.
M.G. se acostumbra a esos juegos de ven-que-te-quiero, ven-que-necesito-un-beso, ven-ahora-que-no-hay-nadie. Yo te quiero, le dicen y ella con un poco de temor se calla. Algo siente que no está bien.
Los años pasan como adormecidos en camas y rincones ajenos. Y ella ya no siente lo mismo, algo le impide acercarse a E.M., pero no logra alejarlo. Él es aún más maduro, quizás existan otras tantas en su vida y M.G --por su parte-- ha descurbierto el amor extraño, el amor en ojos distantes, en manos que no tocaría, en abrazos que serían suaves y en juegos que no tendrían que ocultarse. Pero no está libre.
E.M. como que se obsesiona, quiere todo y no quiere compartir nada y en ella comienza una angustia en su pecho, un dolor en su vientre, unas náuseas cuando se acerca. Lo ha visto con otra. Lo ha visto tocando y buscando en otro cuerpo aquello que ha practicado por mil días. Quiere vomitar. Lo ha descubierto. Todo estaba errado, nada de eso debería haber pasado. Su inocencia se perdió mucho antes que lo supiera. Ya conoce la excitación del uno y del otro. Ya conoce las manos que inspeccionan los rincones de la piel. Ya sabe de la humedad de la boca y del cuerpo. Ha visto ojos que desean aún más. Ha sentido lo que no correspondía, se ha ensuciado.
M.G. ya es una muchachita. Ha perdido sus años de muñecas y disfraces en horas de encierro con sudores contaminados.
M.G. no volverá a mirar ojos extraños porque ha empezado a ver a E.M. en todos ellos, ve unos ojos cafés y piensa en la mirada que entre las persianas la espiaba. Mira las manos de otro y se transforman en manos agrietadas y venosas. Ya no quiere mirar. Tiene miedo de la humedad. Apesta.
Ahora lo logró, de cierto modo EM se aburrió de ella --¡al fin!-- así que comoenzó a satisfacer su apetito insaciable con otras tantas, muchas, incontables. MG comenzó a redescubrir. Se autoconvenció, sería ingenua y se pondría una máscara de inocencia. Escondería en sus ojos el fuego pestilente que había dentro y se tragaría el vómito que cada cinco minutos deseaba expulsar. Lo consiguió, no del todo, pero lo consiguió.
El vómito se disfrazó de bulimia.
La máscara se disfrazó de depresión.
La ingenuidad la vistió desaliñada.
Y el fuego se convirtió en autorepresión.
Conocía y desconocía, avanzaba y retrocedía.
Un día, en una fiesta, un tipo (que es tan fugaz que no merece nombre) la besó y la tocó. Pasó cinco días seguidos sin comer y el vómito no disminuía.
Y pasaban los meses y ya era una quinceañera. E.M. era como que no existía y ella era como que no existía para nadie.

Pero, de pronto, algo cambió, alguien la descubrió y aquí acaba el nacimiento de M.G. Ya está consciente de su vida, pero le falta un tanto más que recorrer, mientras tanto seguirá lidiando consigo misma para llegar a lo que luego les contaré...

Opción

Quisiera crear un personaje, formarlo, concretarlo. Existe, siempre ha existido, siempre ha ido junto a mí, tras de mí, delante de mí. Pero me cuesta nombrarlo. Muchas veces lo llamé M.G. pero después de que no té que había cierto alcance con 'Movimiento Gremial' opté por desecharlo, además no sé si quiero que sea M y tampoco sé si quiero que sea G.
La M es compleja, es como el nombre que me gusta, pero que está sobreutilizado, por eso sólo pondría M.
Y la G, la G es otro problema. Si ponía el apellido de plano iba a tergiversarse o iba a provocar alguna mala reacción en quien conociera a MG, así que decidí dejar solo la letra. Claro que es una letra con contenido, o sea, con apellido, pero no sé si aún me gusta, al parecer las razones por las que elegí G eran muy distintas de M y eso mismo hace que dude en quererlo.
También pense en 1 o en A y así simplemente los personajes que fueran acompañando a 1 ó A sólo serían un listado secuencial de letras o números, pero después pensé que me enredaría y que cada cierto tiempo debería repasar quién es 1 ó 2 ó 16 o quién era D, C o F. Desechado.
Así que volví a mi problemática MG y aún sigo allí. Quizás mientras tanto deba ser MG, pero me sigue perturbando. Podría ser AG, pero la A no me gusta mucho.
Es demasiado engorroso elegir el nombre, al menos sé que podría escoger dos letras al azar, pero me gustaría dar el nombre en algún minuto y tal vez no encuentre alguno que coincida con las letras que utilicé. Quizás MG está bien, después de todo, fue el primero.

Así que, mi queridísima M.G., bienvenida a mi pequeño mundo en el que descifraré tu pequeño gran mundo también, no te sientas expuesta, sólo eres MG.

Oposición

El invierno me encanta, el frío me encanta, pero mi cuerpo se opone.
Mi cuerpo suele oponerse a muchas cosas.
Quisiera drogarme días enteros pero mi cuerpo se opone, al punto en que me aterroriza y debo optar por estar con los pies en la tierra, jodida tierra.
Algunas veces mi cuerpo se ha opuesto a cosas que realmente deseo, como el sexo. En las ocasiones más privilegiadas ¡paf! la 'amiga vestida de rojo' de cada mes me jode todo (existen tantos eufemismos para la menstruación, debe ser por lo feo de la palabra porque el sustituto tampoco es muy lindo:'regla, del terror). Ahí sí que odio a mi cuerpo y admiro a las que sin pudor alguno ... go! cero problemas en seguir, pero yo no lo logro, creo que soy enemiga de las manchas de sangre en las sábanas, además te limita a acciones tan esenciales como el sexo oral, ¡pésimo!
Como sea mi cuerpo se opone, porque cuando quiero estar sola le da por sentirse abandonado y quiere masajes, cariños y besos varios; mientras mi razón sólo piensa en un sexo casual y un chao no quiero verte más, paf! bienvenido cuerpo sensible que busca el abrazo post-coito (en verdad no hay como los abrazos).
Así que en fin, por más que me guste el frío --y muchas veces busque ser fría-- mi cuerpo se opone. Y sus métodos para protestar son terribles: rodillas que no pueden flectarse del dolor, pies que jamás se calientan, manos que se entorpecen y la cabeza que explota.

Debería hablar seriamente con mi cuerpo, el problema es que no escucha.
 
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