lunes, marzo 31, 2008

la mano ajena .

lunes, marzo 31, 2008


Un día se acercó a mí sin que yo se lo pidiera, ni siquiera con los ojos; eran esos tiempos en que mis ojos estaban nublados y una cortina de hierro cubría mi rostro, pero viniste. Casi insolentemente escarbaste en cada uno de los rincones imposibles de encontrar algo y sacaste brillo a cada uno de mis sentimientos ya oxidados, me reviviste. Pero tú, tan grande y pequeña a la vez (que finalmente me conmoviste al punto de no querer que te alejaras) me imploraste en silencio por una ayuda, una mano-amiga, una mano-cómplice... un levantarte y un quererte, y sin cuestionamientos ni miedos ni objeciones, me convertí en hormiga para trabajar del mejor modo, y desde la tierra (tan pequeña yo) comencé a construir lo que para ti fuesen alas, alas para que el cielo conociera tu resplandeciente corazón, ese que se desbordaba por cada poro... sentía que el sol no podía quemarte y que la luna no te envidiaría, tú pertenecías al vuelo más alto y eterno y yo, desde la tierra, anhelaba que cuando estuvieran terminadas me llevaras en ellas...

Sin embargo, creo que fallé en algunas partes, parece (sin darme cuenta) que me equivoqué en los planos que había diseñado para que las alas fueran perfectas, invencibles... las más fuertes. Me equivoqué y me costó la vida (esa que tú me diste). Y tu mirada se fue perdiendo, como desilusionada porque ansiabas tus alas y ahora las veías imperfectas, no era la promesa cumplida, era una de tantas que quedaron por cumplir, sin esperanzas tal vez.

Un día... se alejó de mí sin que se lo pidiera, pero quizás mis ojos estaban muy desnudos al mundo y aquello que me frustraba por dentro lo veía hasta el ser más diminuto y ciego del universo. Y no hubo respuestas... hubo lágrimas que desgarraron, hubo indiferencia... desesperación quizás, orgullo por todos lados y un abrupto final que me dejó impávida frente al mundo que aceleró su curso y me desprendió de él.

Un día, con las alas fabricadas bajo el brazo y volviendo a ser humana otra vez (la hormiguita fue aplastada por un gigante) me acerqué sin que me lo pidiera, a un extraño personaje, de lentes oscuros y pelo enmarañado, piel reseca y dientes amarillos. Con un cigarro entre los labios y un pañuelo sucio me dijo: no hagas nada; la carta no alcanzó a ver las luces y la mano ajena la arrebató, la mano del extraño personaje, la mano como cómplice, como ocultando y escapando. Y ya no supe más...

Quisiera ser hormiga.

Un día, vi su mirada, tan distinta ya... como de otra persona. Todo ha cambiado al parecer, es como si el mundo en su acelerado correr olvidó gritarme que los años pasarían más rápido pero que yo seguiría allí, esperando colgarme de él como si no perteneciera.

Ya no veo miradas y las alas las guardé en el último cajón, ahí donde las telarañas suman y suman y el polvo no tiene problemas en estancarse; ahí donde el miedo me invade cuando quiero revivir algo, así que lo evito eternamente... si fuera hormiga una araña me comería.

Y ya no cuento días ni historias ni alas ni vuelos eternos ni soles ni lunas... las canciones que tenían significado las eliminé y boté aquellos discos. Y tal como el símbolo multicolor que en la única noche feliz, se rompió... yo comprendí, que la carta arrebatada fue la primera señal de lo que tenía que dejar de vivir....

Sé que vuelas porque otras hormiguitas se dedicaron a fabricarte las mejores alas, las mías las guardaré en el último cajón y quizás algún día, pueda sacarlas y convertirme en hormiga y repararlas para que me lleven en un vuelo, en el cual... difícilmente, te vea.

Las palabras que algún día pude decir, hoy las guardo cobardemente entre mis dientes, y aunque sienta que el silencio me hará explotar, sé que es lo mejor, que ya no hay para qué hablar.
(...)

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