martes, diciembre 25, 2007

Es...

martes, diciembre 25, 2007
Desde el primer latido exasperado supe que así siempre debía ser, y aunque quise rehuir fue imposible. Es esa aceleración inquietante, el sudor frío entre las manos, el miedo excitante, las miradas fugaces y el escalofrío a cada sonido. Es la mezcla de condiciones perfectas para que el corazón dé un vuelco, se arremoline y se eleve hasta la cabeza. Es la sensación precisa para que el caminar sea extraño cuando las rodillas se doblan y los muslos tienen vida propia. Es ese calorcito en las mejillas y aquellos labios resecos implorando por la humedad necesaria. La garganta que quema y el cosquilleo en todo el cuerpo. El pensar que si el tiempo se detiene el desmayo abrumará los sentidos...

Imposible escapar de esa naturaleza que golpea en el pecho . Lo clandestino, las miradas furtivas, la timidez culpable y las ansias de ahogar el miedo, pero no lo suficiente como para que fenezca. Que siga, hay un calorcito en las mejillas que no se detiene y, sin duda, es lo más agradable ... a diario, tímidamente y siempre.

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