martes, diciembre 18, 2007

martes, diciembre 18, 2007

Escucho a lo lejos una canción de los white pero en mi mente retumba esa melodía de lamentos ensordecedores.
Soy yo otra vez y es esa puerta que nunca sé si está abriéndose o si se cierra, siempre está allí, nunca la comprendo. Y la observo desde lejos y no me atrevo a cersiorarme de cuál es su real movimiento, de cuál es en realidad su intención. ¿Será que no quiero que la melodía acabe? ¿Será que el sonido llegó desde fuera y no quiero que la puerta se cierre y acabe con él? ¿Será que en verdad la música está en mí, sólo en mí, y si la puerta se está abriendo me impulsará inevitablemente a salir y ahí fuera me dejaré invadir por nuevas melodías?

No quiero pensar más, observo la puerta estática, con esa misma probabilidad de terminar haciendo una u otra cosa. Apago la radio, ha sido mucha música por hoy. Dos calmantes, no... mejor tres. Un vaso de leche, una última mirada a mi alrededor. Cierro los ojos y la puerta sigue allí, la melodía volverá cuando los calmantes terminen su efecto. Y yo... yo seguiré igual, pero creo que tocaré algún disco de radiohead. Sí, eso estará mejor. •

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